El Apego y la Exploración

¿A qué nos referimos cuando hablamos del proceso de apego – exploración?

Para comprender esta idea es preciso pararnos en la afirmación de que “la motivación humana básica se encuentra en la búsqueda de protección a través del vínculo”.

El apego es un proceso implícito en el desarrollo del ser humano, de encuentro y conocimiento del mundo, de sí mismo y de los otros, que siembra sus bases en la infancia temprana.

El apego y la exploración, funcionan como dos caras de una misma moneda, en una retroalimentación constante. Fue el psiquiatra infantil y psicoanalista inglés, John Bowlby (1907-1990), quien teorizó sobre este concepto de suma importancia en el desarrollo saludable del individuo. El apego puede traducirse en la búsqueda y el encuentro de protección, en la existencia de otro (en principio adulto) brindador de confianza y seguridad.

 

La conducta de apego, que se desarrolla durante los primeros meses de vida y continúa incluso en la adolescencia, tiene como efecto el mantener al niño en una proximidad más o menos estrecha, primero con su figura materna y luego con otras personas significantes, según sea necesario por el individuo. Identificando a este ser, como “mejor capacitado para enfrentarse al mundo” (Bowlby, 1989).

  • En la relación inicial madre/padre-bebé competen roles distintos para el adulto que para el niñ@; siendo él quien, siguiendo su ritmo propio, guía los momentos de interacción mientras la madre/padre regula sensiblemente su conducta para ajustarse al mismo.

Es decir que las características particulares del recién nacido y su condición de ser indefenso, manifestado por conductas tónico emocionales, sus rasgos, su gestualidad, produce en el adulto referente especial atención y disponibilidad para brindarle seguridad y protección, generando así una pauta de apego.

Es tan sencillo como tomar en cuenta que un bebé, en la languidez de su musculatura, necesita imprescindiblemente de un sostén, pero también tiene frío, entonces el suelo no alcanza: necesita de la calidez de los brazos; pero también tiene hambre y no es capaz de abrir la heladera…; pero también necesita ritmicidad, envoltura sonora, y al principio no es capaz de cantarse a sí mismo, adivinen QUIEN viene…

Desde esta base segura que brindan los progenitores, un niño, y luego un adolescente, y luego un adulto, puede hacer salidas al mundo exterior teniendo la certeza de que si desea regresar al confort de la seguridad será recibido. Así puede lograr desarrollarse armoniosa y felizmente, encontrándose con el mundo sin mayores tensiones.

  • Este rol de los padres consiste en ser accesible, estar preparado para responder y tal vez ayudar, pero intervenir activamente solo cuando es necesario, dejando un espacio al niño para que comience a explorar cada vez más y por períodos más prolongados de tiempo.

Es así que Bowlby plantea que existe un componente básico que es a la vez OPUESTO y COMPLEMENTARIO de la conducta de apego que es la exploración por parte del individuo del entorno.

  • La exploración se da a partir de una base segura: siempre que el niñ@ sepa que existe un otro significativo que responderá activamente cuando quiera recurrir a él, brindándole seguridad, se sentirá libre de explorar.

Esta figura de apego neutraliza el exceso de emoción y ansiedad, lo cual es imprescindible para contactarse con el medio. En la medida que el niño crece sanamente puede observarse que el apego cambia, los momentos de exploración a los que el niño accede desde una base segura hacia otros lados se van haciendo más prolongadas y alejadas de su primer figura de apego.

Esto fundamentalmente se da porque el niño se va haciendo capaz de incorporar a la figura de apego como una persona que existe más allá de que pueda verla, es decir, porque es capaz de simbolizarla e internalizarla. A la vez que logra el desplazamiento de la función de apego a otras figuras, tanto adultas como pares, con quienes genera lazos emocionales íntimos.

¿Y qué es la pauta de apego? Es el modo en que se dio esa primera forma de apego. Esta pauta es particular para cada individuo, y por un proceso de internalización, a medida que el niño crece, se convierte cada vez más en una característica del niño mismo, influyendo en su comportamiento con otras personas.

Por ello resulta sumamente importante tener en cuenta la forma de estos primeros contactos, recordando que de la calidad del primer vínculo “depende el sentimiento de confianza y seguridad con que el niño, podrá abordar el arduo trabajo de conocimiento y dominio del mundo y de sí mismo” (Chokler, 1994)

 

Como conclusión, cuanto más ajustadas sean nuestras respuestas ante la demanda de contención del niño (apego), mayor será su capacidad de salida, búsqueda, encuentro, aprendizaje del mundo (exploración).

– Matilde –