Acompañar el recorrido

-En la Foto: Alba, actualmente de 15 meses, con el balancín de Desplegar en su casa-

 

En estos tiempos que tuvimos que poner en pausa los encuentros presenciales en nuestro espacio, se nos ocurrió hacer llegar un pedacito de Desplegar a cada hogar. Es así que como una de las formas de continuar acompañando a las familias de los grupos de Juego Libre y Crianza, realizamos la rotación de materiales y mobiliario para habilitar el juego libre y la exploración en casa.

Hoy nos llegó esta foto de Alba: subida a lo alto del balancín, con su rostro iluminado de conquista y seguridad en sí misma. Inmediatamente pensamos en su recorrido por el espacio, en el acompañamiento de sus primeros meses y muchísimas imágenes vinieron a mí.

¡Y quiero compartir por qué esta foto es tan significante para nosotras!

Alba llegó a nuestro espacio con su mamá Eliana y su papá Adrián, cuando tenía 7 meses. Enseguida se aventuraron con la idea de acompañar los tiempos de Alba sin intervenir en las conquistas de su desarrollo: charlamos sobre la observación, el movimiento libre y la actividad autónoma en el desarrollo infantil. Intercambiamos sobre la importancia de anticipar todo lo que haremos sobre el cuerpo del bebé, y así pedirles permiso.

Empezamos juntas la exploración del piso, donde no estuviéramos forzando a Alba en posturas que aún no había alcanzado por si misma. Al principio no le gustó mucho estar acostada boca arriba, pero con la compañía amorosa de Eliana fue conociendo esa postura y descubriendo cuánto la habilitaba en su motricidad autónoma.

Al ser la más pequeña del grupo, Matilde y yo teníamos temor de que sus intereses fueran muy distintos al resto de l@s niñ@s, así como su desarrollo motriz, lo que temíamos se transformara en un obstáculo para la convivencia grupal. Lo fuimos charlando con su mamá y observando el devenir de los encuentros… y nos sorprendimos de lo que fue sucediendo! No solo Alba pudo adentrarse en la exploración de su actividad autónoma de forma absolutamente concentrada, sino que también el resto de los niños instintivamente la habilitaron en ese recorrido. Observábamos que reconocían el espacio habitado por Alba y se acercaban a ella con gran observación y movimientos lentos.

Pasaron semanas en las que Alba se centró en la exploración de su cuerpo, en trasladar el peso de un hemi-cuerpo al otro, de una extremidad a la otra… fue probando balanceos sobre sí misma, distintos puntos de apoyo y descubrió cómo rolar hasta quedarse boca abajo. Me acuerdo de verla en esa posición alcanzando objetos de su alrededor, pasándolos de una mano a la otra, probando estirarse hacia todas las direcciones. Nosotras nos maravillábamos de su perseverancia, de sus interminables pruebas, de los ajustes corporales que por sí misma iba descubriendo. Claro que a veces se cansaba y su mamá entendía que era momento de mimos con ella, de alejarse un poco de la actividad y reencontrarse en la seguridad de su abrazo…

Paulatinamente la vimos más interesada en el desplazamiento de los otros niños, y en otros objetos a los que ahora sí podía acceder. Y en esta búsqueda y confianza cada vez mayor en sus propias habilidades, descubriendo su cuerpo y poco a poco el espacio circundante, la vimos comenzar a gatear ¡Y fue ahí que comenzó su interés por el Balancín de la foto!

En cada encuentro recorría el espacio, manipulaba con atención los materiales que deseaba y casi siempre se acercaba al balancín. Pasó muchas veces por debajo de él, se sentó al lado y sobre todo observó a compañer@s subir y bajar por él. Cuando así lo sintió se agarró de éste y comenzó a intentar pararse: probaba su fuerza, cómo debía apoyar sus pies, el ángulo de las rodillas… y claro que lo logró: y la expresión de su cara fue como la que muestra en la foto. Satisfacción de haberlo logrado y sorpresa de lo conseguido de forma autónoma “yo puedo, soy capaz, conozco mi cuerpo y descubro cómo lograr lo que deseo, confían en mí y sobre todo yo confío en mi”.

Alba continuó su búsqueda y claro que paulatinamente fue logrando: primero sostenerse firmemente, agacharse y pararse un sinfín de veces, animarse a soltarse de un brazo, comenzar a levantar un pie sobre el primer escalón, tomarse con sus manos de diferentes lugares… y un día trepó y lo recorrió hasta lo alto, para luego con seguridad bajar demostrando control absoluto de sus movimientos.

¿Por qué teníamos tantas ganas de contarles esto? Porque habilitar la actividad autónoma de los bebés no es simplemente dejarlos moverse libremente y no intervenir: es CREER en que cada niño es competente y es capaz. Es CONFIAR en que desarrollará sus habilidades a partir de la exploración de sí mismo, a su tiempo y conquistando SUS formas.

Es reconocer que el sostén del adulto viene de la observación y de reconocer a cada niño en lo que es y no en lo que quisiéramos que fuera, o que lograra. Porque estaremos poniendo el foco en la POTENCIA y no en la CARENCIA.

¿Qué imagen de sí mismo les parece que promovemos de esta forma? Nosotras vemos niñ@s que se animan a probar, que conocen su cuerpo, que tienen consciencia de sus movimientos. Que se saben capaces y confían en que lograrán sus proyectos de acción. Que se toman todo el tiempo que sienten necesario, porque hay un adulto que los habilita y asegura física y emocionalmente.

Hoy cuando Eliana nos enviaba esta foto me decía “veo los frutos de esta manera de acompañarla que aprendí con ustedes. La veo arriba del balancín toda contenta, tan desenvuelta: verla así de segura. Veo cómo hace sus movimientos consciente y con toda la atención en cada apoyo”.

 

Gracias a Alba, Eliana y Adrián por dejarnos acompañarles y enseñarnos muchísimo en ese camino. Y gracias a Romina Pérez Toldi de www.tetaaporter.com que nos está transmitiendo con tanto amor esta mirada Pikleriana sobre el acompañamiento a la infancia, nos inspira semanalmente y nos anima a continuar!

 – Verónica –